Por: Carlos Camargo Assis

Como lo acordaron en la reunión del 14 de marzo en la Casa de Nariño, las administraciones regionales han unido sus esfuerzos a los del Gobierno Nacional y están logrando generar conciencia y disciplina social para que la comunidad actúe en consonancia con la dimensión de una pandemia que ha superado la capacidad de potencias mundiales.

No se trata de medidas improvisadas. Son decisiones que generan confianza y compromiso en comunidades que exigen del Estado todo unas acciones contundentes y desprovistas de lentitud y laxitud. El “aislamiento social” que aconsejan los expertos no tiene por qué confundirse con un estado de postración o una inactividad extrema o improductiva.

Gobernaciones y alcaldías se han mostrado dispuestas a acoger las valiosas recomendaciones hechas por la Andi, la SAC, Fenalco y otros importantes gremios de la producción para armonizar sus decisiones con los esfuerzos de las empresas que tienen a cargo el abastecimiento de alimentos y productos de primera necesidad.

 Como bien lo han señalado los gremios, el propósito debe ser que se contemplen mecanismos seguros de logística, de manera que las compañías y productores lleguen de forma eficiente a los puntos de venta, incluyendo grandes superficies, farmacias, tiendas de barrio, plazas mayoristas y restaurantes.

Estas consideraciones son útiles y pertinentes en un escenario en el que todos los colombianos buscamos que se privilegien los derechos a la salud y a la vida, condición fundamental para que el país logre superar esta fase de contención y asumir con mejores recursos, si llegara a ser del caso, la mitigación de los efectos de un virus que no reconoce fronteras ni condiciones sociales. 

Más allá del cierre de las fronteras y de los estrictos controles al flujo de migrantes, aconsejados por las circunstancias, debemos seguir el buen ejemplo que nos dan países de Oriente que han sido capaces de contener el efecto devastador del coronavirus. No solo por su capacidad científica, que en estos casos se hace relativa, sino fundamentalmente por la unidad monolítica con la que sus sociedades han respondido al desafío.

El Ministerio, las secretarías de Salud y las entidades oficiales no pueden echarse a cuestas toda la responsabilidad. Se requiere de una ciudadanía activa que acate, respete y aplique las medidas de prevención y que facilite la transición a un modelo contingente de sociedad que se adapte al teletrabajo y a otras formas de producción que amortigüen los inevitables efectos sobre la economía.

En este panorama el toque de queda, una figura que históricamente había sido entendida solo con un carácter marcial, puede resultar indispensable para proteger particularmente a los más jóvenes y a grupos de la sociedad en los que aún no exista plena conciencia de que estamos enfrentando una crisis que amenaza a la humanidad entera y que ha resultado muy costosa para países como Italia y España.

Como el problema nos concierne a todos, es hora de pensar en nuevas formas de servicios sociales. No puede ser descartable que estudiantes avanzados de medicina y ciencias de la salud se unan a los equipos que ya se ven desbordados en aeropuertos, terminales de transportes, zonas de frontera y otros puntos sensibles al riesgo. 

Como bien lo ha dicho el presidente Iván Duque, este no es problema de colores ni de sesgos políticos. Como él mismo lo recordó, es hora de que el país entero haga suya una consigna proclamada en el himno del departamento de Córdoba: “Los pueblos que no luchan no tienen porvenir”.

*Director Ejecutivo de la Federación Nacional de Departamentos


Opinión para DINERO.COM

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https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/regiones-a-la-altura-de-la-contingencia/282946